Este trabajo me permite conocer siempre gente y lugares nuevos, y a veces me topo con personas maravillosas, como esta familia preciosa que llegó a la sesión agobiada porque se perdieron y no lograban encontrarme, es lo que tiene que a los fotógrafos nos gusten los sitios remotos y apartados; pero los nervios se esfumaron después de empezar, la pequeña Daniela no dejó de sonreír y creo que conseguí que pasaran un buen rato y se mostraran naturales y divertidos en un entorno maravilloso, no se puede pedir más. A mis clientes yo les entrego recuerdos para toda la vida, pero ellos también me regalan su compañía y me recuerdan que tengo el mejor trabajo del mundo.