Momentos felices sin prejuicios
Antes de nada déjame explicarte que aparte de ser fotógrafa soy (mucho más importante aún) mamá de dos niños. Uno de cinco años, Bruno, que es ‘normal’, aunque en realidad odio esta palabra pero a menudo es difícil no usarla. Digamos que no tiene ninguna dificultad más allá de ser un niño muy intenso y un poco gamberro que cada día es más autónomo y crece y aprende al ritmo que «la sociedad» espera de él. Y soy mamá también de Leo, de siete años, que tiene autismo severo, un carnet de discapacidad del 65% y no habla ni entiende instrucciones básicas. Es el niño más bonito, fotogénico y dulce del mundo pero también es el niño más difícil de fotografiar e impredecible de todos los que han pasado por mi objetivo con diferencia, y eso que he fotografiado cientos de niños en los últimos años.
Fotografiar a Leo en el estudio es una tarea cada vez más difícil, incluso con refuerzos. Fotografiarle en exterior es más fácil porque me convierto en su sombra y le hago fotos espontáneas que es además lo que a mí me gusta hacer; sigue siendo una tarea complicada pero de otra manera, porque Leo suele ser feliz en el exterior. Sin embargo en el estudio siempre ha sido mucho más complicado y en los últimos intentos ha llegado a alterarse tanto que él termina gritando y yo frustrada, y acaba siendo más una tortura para él y para mi que una sesión de fotos, que es todo lo contrario de lo que pretendo conseguir con mi trabajo: las fotos y el recuerdo positivo de la experiencia.
No sólo hacer una sesión de fotos es complicado con Leo, esto se aplica a muchos otros aspectos de la vida con él. No me considero una persona especialmente asustadiza pero hacer planes con Leo implica vivir un poco con el miedo de qué va a pasar, quién te va a mirar mal, a quién vamos a molestar hoy con sus ruidos, con su hiperactividad, con sus comportamientos extraños para un niño de 7 años… Pero no quiero que ese miedo me domine a mi ni a mis decisiones, no quiero dejar de hacer o tener lo que me gusta, como unas fotos bonitas de familia o una visita a un parque de atracciones por ejemplo. Por eso quiero aportar mi granito de arena y que mi estudio y mi profesión sea un lugar donde puedas ir sin la impresión de que va a ser traumático, desagradable o que vais a pasar vergüenza. No me voy a molestar si algo se rompe (inciso para puntualizar que cuando trabajas (y vives) con niños siempre se rompe algo). Mi Iphone pasó a mejor vida recientemente al ser lanzado por la ventana por Leo. DEP.
A veces pienso que me ha tocado ejercer una misión didáctica con el mundo que no me apetece nada hacer, visibilizar el autismo, enseñarle a la gente que me suelta un “tu hijo es un maleducado” que no es cuestión de educación, que no es su culpa ni la mía. Quiero que sepáis que conmigo tenéis un espacio para cualquier tipo de familias, cualquier tipo de diversidad funcional o discapacidad, cualquier enfermedad rara o no rara y cualquier peculiaridad que no os haga ser una familia ‘ejem’ normal. Es un espacio para venir a ser vosotros mismos y para poder llevaros un recuerdo bonito de familia y hacerlo pasando un buen rato y una experiencia agradable. Yo os voy a entender perfectamente, como madre y como fotógrafa, pero sobre todo como ser humano, porque (y aquí me incluyo) nos merecemos tener ese recuerdo.
Me he ido un poco por las ramas pero todo esto me sirve para deciros a las familias que tienen uno o varios niños con discapacidad o diversidad funcional sea la que sea, física o psíquica, que yo os entiendo y que quiero y me encanta que sepáis que tenéis un espacio conmigo para haceros fotos. Ya sois muchos los que habéis confiado en mi, como los que aparecen en este escrito, pero quiero que seáis más. Y quiero que sepáis que si tengo que dedicar más tiempo, que si necesitáis algo en concreto, que si tenéis una idea, que si es más fácil haceros fotos en casa que venir al estudio, que si el niño sólo sale de casa con un zapato de cada color y el pijama del revés, que si su lugar favorito es la playa o la biblioteca, que si hay que perseguirle y hacer una maratón para poder retratarle, o un millón de otros detalles que podáis necesitar, yo soy vuestra fotógrafa. Que estoy encantada de dedicaros tiempo extra si lo necesitáis sin ningún coste añadido por supuesto. Porque no habéis elegido esta circunstancia y os merecéis una ayudita extra.
Explicadme qué es lo que hace que vuestra familia sea especial y prepararemos juntos una sesión a medida para que todos estéis a gusto. Yo estaré encantada de ayudaros y de crear ese recuerdo para vosotros. Sin que paséis apuro ni vergüenza conmigo, y sobre todo sin privaros de este recuerdo precioso de un retrato vuestro, en familia, de vuestra familia tal y como es.
Este escrito lo acompaño de imágenes de familias preciosas y únicas con las que he trabajado en los últimos años, mil gracias por darme permiso para aparecer en esta página. No busquéis defectos, no los hay. No pretendáis saber quién o qué trastorno, circunstancia o dificultad tiene cada niño, muchas son invisibles en foto e incluso en persona. Quedaros sólo con las sonrisas, los abrazos, el cariño y los instantes bonitos congelados. Eso es lo esencial de la fotografía que yo hago, y de la fotografía en general.